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Junior no está "muerto", estaba dormido.

 

                          

                     Junior no está "muerto", estaba dormido.


                                                


Por Luz Mila Torres Ruiz

Actitud, agresividad para marcar y transportar le vimos a un Junior a quien muchos daban por sentenciado a "muerte" después de tres pobres presentaciones en línea: Unión de Santa Fe, por Copa Sudamericana, y Atlético Nacional y Bucaramanga por Liga.

El partido contra Millonarios en el estadio metropolitano Roberto Meléndez era de vida o muerte; jugadores  y cuerpo técnico eran conscientes (consciencia total acerca de lo que necesitaban) y consientes (tenerlo por cierto) de lo que querían. Y tan cierto y claro lo tenían que entraron a la cancha con una predisposición mental y futbolística distinta desde el primer minuto, no permitiéndole espacios a Millonarios, creando oportunidades de gol reiteradas, en donde por momento hubo demostración de ansiedad en algunos jugadores, pero también intervención oportuna del arquero azul, Alvaro Montero. Pero más allá de superar sus dificultades futbolísticas, afrontaron el partido en el que había hoy, no mañana, con la  seguridad de ponerse en pie, todos a una, demostrando que si tenían ganas de hacer las cosas mejor que en tres partidos atrás.

El verbo de Junior ante los “Embajadores” de Bogotá era ganar. Y uno no podía evitar pensar viendo como el Junior ganó, como compitió y como salió triunfador de un desafío que era necesario para seguir vivo en el cuadrangular A, que consistía en escalar durante  90 minutos y mas un peldaño ante un rival directo de su grupo, queriendo ser mejor de lo que venía demostrando. Actitud.

Mentalidad ganadora, con más armas y con más recursos ofensivos, con la humedad y su público a favor, y esa búsqueda continua, esa rebeldía, esa necesidad imperiosa, era la gasolina de un grupo de jugadores que tienen condiciones futbolísticas, que son los más caros y mejor pagados del país. Junior tiene la mejor nómina de Colombia, perdió cuatro puntos en sus dos primeras presentaciones, pero se volvió a meter a donde otros ya decían que no podría meterse: seguir en la pelea de su grupo. Y está a pulgadas de seguir haciendo posible lo que todos decían que era casi imposible. Pero ¿lo que vimos ante Millonarios será suficiente? No, hay que aguantar lo que viene, hay que seguir levantando, como lo hicieron contra el equipo capitalino, porque así es como se gana. Actitud.

Hay que buscar y dar más, sobre todo algunos jugadores como Miguel Angel Borja, que está en un slom (término que utilizan en el béisbol cuando los jonroneros dejan de batear extrabases: doble, triple o homerun, durante largo rato), pero  cuyas condiciones de goleador nato conocemos. Borja las buscó, las tuvo, en algunas las falló, tal vez por ansiedad y en otras el arquero le negó el gol. Pero estuvo ahí. Hay que exaltar la actitud de todo el equipo, es lo que siempre la afición espera, porque jugaron todos a una, incluyendo los que ingresaron en el segundo tiempo: concentrados, atentos, agresivos para marcar, defender y  proyectarse.

La forma como festejaron una victoria que era urgente y necesaria es para que tanto cuerpo técnico, jugadores y afición vuelvan a creer en que si se puede todavía. Entendimos su alegría, porque el festejo fue como si hubiese sido la final, por eso se puede y se debe reconocer su mérito sin excusa, ni peros. Lo de Junior va de ser lo que siempre ha sido: rebeldía, pelea, porque si le dan una o dos palizas, se levanta otra vez. Actitud. 

Repartir carnets de buenos y malos aficionados en Barranquilla es gratis, pero mas allá de la pasión por Junior, conviene no hacerse trampas al solitario. Es muy compatible renegar del  “enemigo” y admirar sus virtudes. Es humano rechazar lo que significa y a la vez, reconocer su mérito. No menoscabar al rival, dignifica, pero dignifica más reconocer que la actitud del equipo no hacia alarde a lo que cuesta la nómina. Por eso  Luis “Cariaco” González cuando marcó le reclamó al público lo que este le había reclamado a todo el grupo de jugadores y técnico a través de mensajes.

Junior es el de mejor nómina del país, por lo tanto, su crisis futbolística en tres partidos no era ser segundo o quedar eliminado desde temprano. Y su afición no siente la necesidad de serlo, pues siempre exige, quiere título. La gloria siempre será del que trabaja bien y lo sanciona en la cancha. Y Junior jugando bien, con una actitud ganadora se volvió a meter en la pelea por la final de la Liga I, con las cicatrices visibles, pero con el orgullo de equipo grande intacto, con ganas de ser lo que todos dicen que no es. Sigue de pie. Lo de Junior es ganar siempre títulos, esa es su cultura, su leyenda desde 1948 y su exigencia.

El fútbol, Junior en Barranquilla son una pasión inexplicable. Por eso apasiona a sus seguidores. Es un símbolo con una historia en el fútbol profesional colombiano, porque lo único que es universal en este deporte llamado fútbol, como en la vida, es la actitud. Saber quién eres, a quién representas, para quién juegas, qué defiendes, qué quieres ser y qué estás dispuesto a sacrificar para lograr y hacer que tu afición se sienta orgullosa.

Muchas personas dicen que quien habla de actitud no conoce  de fútbol. Yo pienso todo lo contrario, que quien cree que la actitud no es todo o no hace parte del fútbol, no sabe nada de la vida o no la ha vivido plenamente. El fútbol es el mejor relato de la vida.  Y la vida no se explica se vive, se siente y se aprovecha en cada instante.

Por eso, esa muestra futbolística, esa actitud del equipo ante Millonarios nos confirma que  Junior no estaba “muerto”, estaba dormido. 



 

 

 



 

 

 

 

 

 

 

 

 

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