Últimas Noticias

Bodas de oro: Pambelé corona un viejo sueño colombiano


                   Bodas de oro: Pambelé corona un viejo sueño colombiano



Hoy se celebran los 50 años de la obtención del primer título mundial de boxeo, logrado por Antonio Cervantes, Kid Pambelé. Este triunfo cambió la historia de sueños y frustraciones de nuestro boxeo, que vio coronar a partir de entonces a muchos colombianos, tan sencillos y pobres como Pambelé, en los cuadriláteros del mundo.

Por Alberto Galvis Ramírez

Director de la Revista Olímpica y Secretario de la Academia Olímpica Colombiana.

Sucedió en sus comienzos. Le ofrecieron $400 para que peleara en una velada en Cartagena. Después le pidieron una rebaja: “Como tú no gustas entre los aficionados, ni entre nosotros, a ver si lo haces por doscientos pesos”.

Esa y muchas contrariedades debió superar Antonio Cervantes, Kid Pambelé, el boxeador más despreciado antes de entrar en el grupo de aspirantes a campeón mundial, y el más querido y venerado después de coronarse. Fueron tantos los desplantes que, como otros compatriotas, se fue del país, rumbo a Venezuela, pero siempre reiteró que seguía siendo colombiano.

Nació el 23 de diciembre de 1945, en San Basilio de Palenque, un caserío del departamento de Bolívar, fortín de antiguos esclavos negros, que durante mucho tiempo se resistieron a dejar entrar color distinto del propio, en defensa de su raza afrodescendiente: su hogar, tan humilde como todos los del lugar, estaba conformado por Manuel Cervantes de Ávila y Ceferina Reyes.

A los tres meses de nacido, sus padres decidieron viajar a Cartagena, acosados por las dificultades económicas y con seis hijos a bordo; no se sabe si fue una premonición o una coincidencia: su padrino apodó a ese negrito que habían bautizado Antonio, Kid Pambelé, como recuerdo de otro boxeador a quien él había admirado.

Antonio Cervantes se confundió desde pequeño con todos los afrodescendientes pobres de Chambacú, en Cartagena, en donde se instalaron, que salían a las calles a buscar algo para ayudar a su familia a sobrevivir. Como Bernardo Caraballo fue embolador y vendió cigarrillos en las esquinas cercanas a la plaza de mercado y al Portal de los Dulces.

A pesar de que nunca fue pendenciero, Cervantes aprendió a boxear en la calle, pero enfocaba esta actividad como un deporte y no como una forma de resolver los conflictos personales. Quería ser como Caraballo, quien después de 1960 ya era una preclara figura y se alistaba para pelear por el título mundial del peso gallo.

Cervantes se metió en el boxeo con el apodo de Kid Pambelé, para avalar la denominación de su padrino de nacimiento, animado por los triunfos de Caraballo, Antonio Mochila Herrera, Mario Rossito y Enrique Higgins, considerados, en la época, entre los mejores del mundo, en sus respectivas categorías.

Después de hacer algunas peleas como aficionado se estrenó como profesional en 1964 frente al pugilista de Cereté, Córdoba, Juan Martínez, a quien derrotó por puntos en seis asaltos. Ese mismo año venció también a Rodolfo Márquez, de Valledupar, por puntos en cuatro asaltos; al mismo pegador por nocaut, en el tercero de combate pactado a seis; a Oscar González, de Medellín, por puntos en ocho episodios, y a Félix Salgado, de Barranquuilla, también por decisión, en cuatro asaltos. 

El siguiente año fue malo, porque apenas combatió una vez, ante Antonio Yi, de Barranquilla, a quien derrotó por puntos, en seis asaltos.

El año de 1966 fue bueno en cantidad de peleas, porque realizó diez, de las cuales ganó las siete primeras y perdió las tres últimas, con quien fuera su azote en los comienzos, Cipriano Zuluaga, de Montería. Pero a su vez ese año fue malo, porque su estilo no gustaba ya que se le consideraba demasiado rústico y lento. En cierta ocasión le dijeron al chileno Carvajal que debía sacar a Pambelé a un cuadrilátero extranjero, y él respondió: “Pero si no lo quieren en Colombia, cómo lo van a querer donde no lo conocen”.

Pambelé entrenaba algunas veces en el gimnasio de Cartagena, que era más un cuarto viejo con algunos chécheres, y otras en las playas de La Boquilla acompañado por Bernardo Caraballo, José Gómez, Eliodoro Pitalúa, Elías Lían, Paticas Jiménez y Humberto Caraballo.

Definitivamente, los días buenos para alcanzar la fama no estaban en su patria. Despreciado por mucha gente, que consideraba que la suprema facilidad conque ganaba las peleas era síntoma de arreglo, Pambelédecidió salir del país con destino a Venezuela, y en Caracas entró en la cuerda de Ramiro Machado, un promotor respetado, que era lo que le faltaba. Orientado ahora por Melquíades Tabaquito Sáenz, quien encontró en él a un pegador joven, fácil de manejar y con mucho que aprender, es decir, apenas lo justo para formarlo, su vida empezó a cambiar.

Mientras San Basilio de Palenque, su pueblo natal había salido del anonimato gracias a otro morocho, Evaristo Márquez, quien participó como actor al lado de Marlon Brando en la película Quemada, filmada en tierras de la costa norte, a Pambelé apenas lo recordaban los familiares que aún residían allí.

Desde su ingreso al club de Machado, Pambelé perdió un solo combate, ante el venezolano Antonio Gómez, en Caracas, a finales de 1969, antes de disputar por primera vez el título mundial.

El terreno estaba preparado. Con Tabaquito Sáenz, Antonio Cervantes había corregido los defectos propios de quien se ha formado por su cuenta, en la calle, aprendiendo de quienes sabían tanto como él. Sus resultados le dieron un cupo en el escalafón mundial en 1970, año en el cual no peleó contra ningún compatriota, y se paseó por gimnasios de Caracas, Centroamérica y Estados Unidos, sin perder pelea alguna.

El 11 de diciembre de 1971 tuvo la primera oportunidad de ser campeón mundial. Su apoderado consiguió una pelea contra el campeón de los welter juniors, el argentino Nicolino Locche, en el Luna Park, de Buenos Aires, a quince asaltos.

Esta pelea la perdió por decisión de los jueces, pero quedó la constancia de que podía ser campeón mundial si tenía una segunda opción. 

Con el recuerdo cercano de Caraballo, quien fuera contemporáneo suyo en la última parte de su carrera, Pambelé inició su preparación hacia la segunda disputa del título. Tres combates hizo en 1972 antes de disputar el galardón ante el ahora rey, el panameño Alfonso Pepermint Frazer, quien derrotara a Loche, el 10 de marzo del mismo año, en Ciudad de Panamá, por puntos.

Esta pelea era definitiva para su vida, porque era poco probable que si perdía, consiguiera otra oportunidad.

El sábado 28 de octubre de 1972 fue el día pactado por las cuerdas del colombiano y del panameño en el Gimnasio Nuevo Panamá, de la capital del istmo.

Era la séptima ocasión en que un colombiano subía al cuadrilátero en busca de un título.

Frazer y Pambelé provenían de escuelas diferentes y sus estilos eran contrarios. Por eso se esperaba un buen combate.

En el décimo asalto, en el minuto y quince segundos, Pambelé se coronó de gloria al noquear a PepermintFrazer. Era el primer colombiano que ganaba un título mundial de boxeo, al final de un sueño que comenzó a forjarse casi dos años antes.

Tres años después, y tras ratificar sus dotes como pegador, que lo llevaron a ser considerado por la revista The Ring como el segundo boxeador del momento en todas las categorías, detrás de Alí, el 6 de marzo de 1975 perdió el título en San Juan de Puerto Rico ante el boricua Wilfredo Benítez, de 17 años, por decisión dividida.

Menos de dos años después, y ante su negativa de pelear con Pambelé, Benítez es despojado del título. Se acuerda una pelea por la faja de los welter juniors entre el colombiano y el argentino Carlos María Giménez, el 25 de junio de 1977, que le permitió a Pambelé, a los 31 años, reconquistar el cetro.

}Golpeado y lesionado en una de sus manos -que le fue intervenida quirúrgicamente en la Clínica Marly de Bogotá- empezó el declive del gigante de Palenque, hasta que al poco tiempo perdió definitivamente la corona ante el estadounidense Aaron Pryor.

Un desteñido Pambelé, necesitado de dinero ante la inminente crisis económica en la cual cayó, no obstante haber reunido muchos millones de pesos, intentó vanamente recuperar el título de los welter juniors en el ocaso de su carrera, que fue seguida por episodios poco gratos para el recuerdo de su épica vida deportiva, que lo llevaron a ser devorado por el consumo de drogas.

De todas maneras, para la posteridad, queda el Kid Pambelé grandioso, que fue el símbolo de un país y la apertura hacia futuros campeones mundiales.

No hay comentarios.