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¡Honores a un atleta integral!

                                   

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                                     Helmut Bellingrodt, su arribo a Barranquilla en 1972

Por Alberto Galvis Ramírez, Director de la Revista Olímpica y secretario de la Academia Olímpica Colombiana. 

La más divertida y seria combinación de tercermundismo y desarrollo está representada en Helmut Bellingrodt, tirador barranquillero poseedor de dos medallas olímpicas, obtenidas en los Juegos de 1972, en Munich, Alemania, y en 1984, en Los Ángeles, Estados Unidos. Divertida, por sus orígenes barranquilleros, que le brindaron un espíritu abierto y tropical. Y seria, por sus ancestros alemanes, que lo dotaron de las condiciones necesarias para dar cada paso de su vida con rigor y frialdad.

La historia de Helmut Bellingrodt Wolf, primer colombiano en ganar una medalla olímpica, hace 50 años, es una mezcla latinoamericana y europea, que comenzó con sus abuelas, que eran venezolanas, quienes se casaron con sus abuelos, que eran alemanes. De ahí la curiosa mezcla de apellidos de sus padres: Ernesto Antonio Bellingrodt Ortega y Anneliese Ángela Wolf González, que conjugaron en él, dos idiosincrasias diferentes.

Helmut Ernesto Bellingrodt Wolff nació en Barranquilla, el 10 de julio de 1949. Fue el segundo hijo del hogar, después de Hans Peter y antes de Hors y Helga. 

Helmut Bellingrodt, en sus inicios en el tiro deportivo, en 1966.
El tiro le llegó por influencia de su padre, quien desde los años cuarenta fue uno de los pioneros de este deporte en el Club de Tiro Barranquilla. Primero fue el mayor, Hans Peter, quien empezó a practicar en los polígonos de la Policía Nacional; después, Helmut; más adelante Hors, y finalmente Helga, quien, empero, sólo llegó a una preselección departamental para un campeonato nacional, y se olvidó de este deporte.
Helmut comenzó a practicar tiro y caza deportivos, desde muy niño, mientras adelantaba estudios en el colegio Biffi, de Barranquilla. En 1959, con diez años de edad, cuando era aún infantil participó por primera vez en un campeonato nacional juvenil y obtuvo su primera distinción.
En 1966 hizo su estreno en un campeonato nacional de tiro y fue segundo, detrás de su hermano Hans Peter. En ese momento comprendió que con trabajo, buena orientación, apoyo y fogueo podría forjar una carrera deportiva importante. Claro, también entendió que de esas condiciones sólo contaba con la orientación y el apoyo de su padre. Lo demás debía lograrlo, por encima de las dificultades de una época aún incipiente para el deporte colombiano.
Dos años después, en 1969, Helmut Bellingrodt comenzó su carrera internacional, con la participación en el Mundial de Phoenix, Estados Unidos, en el cual ocupó la octava posición en blanco móvil o tiro al jabalí.
Helmut Bellingrodt, con la medalla de plata, en Munich 1972.
La primera sorpresa: Munich 72







Llegó el año de 1972 y Bellingrodt ganó el cupo para los Juegos Olímpicos de Munich. Su nombre sólo figuraba en un sector del deporte barranquillero, en el cerrado mundo del tiro nacional y en el seno de su familia, por lo tanto sus opciones de figurar permanecían ocultas.

Bellingrodt disparó 60 tiros, para llegar a 565 puntos, sobre 600, los mismos del soviético Lakov Shekezniak, el ganador de la medalla de oro.

Helmut Bellingrodt regresó de Munich coronado de gloria y a los pocos meses se graduó como arquitecto en la Universidad Autónoma del Caribe. El 11 de agosto de 1973 contrajo matrimonio con Nuris Sarti, estudiante de delineante de arquitectura en la misma universidad. El 6 de diciembre de 1976 nació el único hijo del matrimonio, Helmut Junior Bellingrodt Sarti, quien practicó el deporte del tiro y, en una corta carrera deportiva logró un título nacional juvenil. Posteriormente se dedicó a los estudios y se graduó como Administrador de Empresas, y hoy tiene su propio negocio.

Aterrizaje forzoso ante la realidad

El nuevo hogar le indicó que debía abrir su propio camino, y lo hizo, por su familia, pero no apoyado en la arquitectura, que ejerció de manera efímera -entre los años 1971 y 1972, cuando fue Jefe de Acción Comunal, en la Secretaría Obras Públicas Barranquilla-, sino en un campo nuevo, abierto por el deporte: la administración pública, en especial en la diplomacia.

En 1973 se vinculó a la Superintendencia Bancaria Bogotá, como Jefe de la División de Ahorro y Vivienda, cargo que le brindó una desagradable sorpresa. 

Aún no terminaban los festejos por la hazaña de Munich y se escuchaban clarines y tambores en todo el país. Todavía su gesta lo mantenía en el más alto pedestal de los reconocimientos y muchos querían posar para una fotografía o tener el recuerdo de un autógrafo, incluidos los políticos. 

Todavía era el inmortal, cuando un detalle común y corriente, propio de Colombia, lo hizo aterrizar sobre lo efímera y falsa que es la fama.

Bellingrodt se alistaba para participar en el Campeonato Mundial de Tiro de 1974, que se realizaría en Thun, Suiza. Entonces tramitó el permiso para el viaje, pero le fue negado.

Conclusión: debía renunciar al viaje o al empleo. Escogió lo segundo, con la decisión de entregar la carta de renuncia al regreso.

Con todo en contra, menos sus condiciones, y las ganas y la seguridad de triunfar viajó Bellingrodt a Suiza. Su rival sería el amplio dueño del primer lugar en tiro al jabalí en los últimos años, el soviético Valery Postaianov, favorito absoluto de todos.

Los dos deportistas se enfrascaron en un duelo que los dejó empatados en el primer lugar, pero la medalla de oro fue para Bellingrodt, porque logró un mejor registro en el último día.

Helmut, derecha, con sus hermanos Horst y Hans, también tiradores.
“Mis compañeros quedaron pasmados”
Como en Munich 72, pocos creían en la victoria en este mundial, pero uno de ellos era el propio deportista: “Ellos (los soviéticos) estaban seguros de que ganarían, tanto en lo individual como por equipos. Nunca pensaron que yo pudiera vencerlos. Nosotros no competíamos por equipos, sólo en individual, y este triunfo mío creo que nunca se lo soñaron los soviéticos”1.
Pero también fue una sorpresa para el resto de la delegación nacional: “Cuando gané la segunda medalla olímpica, en Los Ángeles 84, mis compañeros quedaron pasmados, como asustados, porque no creían que pudiera lograr este resultado. Yo sí esperaba este triunfo y para él me había preparado de manera intensa, con toda la consagración necesaria”.
Finalmente, esta medalla también fue una sorpresa para la familia del campeón, que no la esperaba. Ernesto Bellingrodt, el padre, una vez se enteró del título señaló que su hijo no fue en sus máximas condiciones.
“Es la mejor noticia que he recibido, dijo su madre, mientras que Noria Sarti de Bellingrodt, esposa del campeón, agregó: ‘Dios ha hecho casi un milagro y tenía que ayudarlo, porque nadie sabe los problemas que tuvo que superar Helmut en esta oportunidad, para estar presente en la competición”.
Todos se referían a las dificultades generadas en la Superintendencia Bancaria. ”A mi regreso del mundial en Thun, Suiza, -recuerda Helmut- estaba desempeñando las funciones de Jefe de la Oficina de Vivienda de la Superintendencia Bancaria, y la persona que había reemplazado a Vicente Noguera Carbonell, superintendente, -no recuerdo muy bien su nombre, creo que se llamaba, o se llama Ramón Madriñan-, me solicitó, previo a mi viaje al campeonato, la renuncia al cargo, ya que yo estaba en comisión en Barranquilla, en la oficina que en ese momento existía allí, para poder tener la posibilidad de entrenar, porque en Bogotá no podía hacerlo. Yo no renuncié, a la espera de que me destituyera. Pero no fue así, y cuando regresé con el título me hizo llamar a su despacho. Yo le llevé mi carta de renuncia en ese momento, ya que me habían ofrecido la Dirección Regional de la Junta Administradora de Deportes del Atlántico, mal llamada Coldeportes Atlántico”. Bellingodt desempeñó ese cargo hasta 1979

Un veterano tirador sorprende en Los Ángeles 1984

En 1982 pasó a ocupar la dirección del Instituto Nacional de Transporte, Intra, en la capital del Atlántico, cargo en el cual permaneció hasta 1983, cuando fue nombrado como Secretario General de la Gobernación de Atlántico. 

En esa época comenzó una nueva relación sentimental, de la cual nacieron dos hijos más, Miguel Ernesto Bellingrodt Zota, quien hoy tiene 27 años y Angelike Bellingrodt Zota, con 20 años, quienes viven hace varios años en Estados Unidos.

Gracias a un programa de entrenamientos y participaciones, con 34 años de edad, Bellingrodt ganó el cupo para integrar la delegación colombiana a los Juegos Panamericanos que se celebrarían en octubre de 1983, en Caracas, Venezuela.

“Aunque no quería quedar mal en esa actuación, mi objetivo eran los Juegos Olímpicos del año siguiente, en Los Ángeles, Estados Unidos. Cuando integraron la selección y me convocaron formulé unas declaraciones a los medios de comunicación, en las cuales no me comprometía a ganar alguna medalla en Caracas. Por esta razón tuve un inconveniente con el director de Coldeportes (Julio Nieto Bernal), quien me criticó que no hubiera anunciado una presea, pero uno como deportista no puede ser ligero e irresponsable para prometer algo que es incierto y depende de muchos factores. El funcionario criticó mi inclusión en el equipo. En los Juegos Panamericanos, sin embargo, fui el único colombiano que obtuvo medalla de oro, con 34 años de edad”, recuerda Bellingrodt.

Un año después se realizarían los Juegos Olímpicos. El resultado de Caracas y las marcas obtenidas en las pruebas selectivas me valieron el cupo para Los Ángeles, no obstante sus 35 años, edad suficiente para pensar en el retiro.

A los Juegos Olímpicos de 1984 llegó Bellingrodt, igual que a los de 1972: en silencio y con la convicción de lo que podría alcanzar. Cuando ingresó por primera vez al polígono de tiro se encontró con Lakov Zhelezniak, el soviético que le había ganado doce años antes la medalla de oro, en Munich, quien asistía como técnico y directivo de la federación de su país, y se sorprendió cuando el colombiano le contó que participaría, como deportista.

Este caso de longevidad fue reconocido en esos juegos como un ejemplo de perseverancia, más aún cuando obtuvo la medalla de plata, en tiro al jabalí, segunda de un deportista colombiano en Juegos Olímpicos.

Ocurrió el 31 de julio de 1984 y dejaba el nombre de Helmut Bellingrodt Wolf en el más destacado lugar de deportista alguno en la historia de Colombia.

El tiro señala su ruta laboral

A finales de 1984, el presidente de la República, Belisario Betancur, lo nombró primer secretario de la Embajada de Colombia en Panamá.

Cuando el deportista llegó al istmo, luego de descargar las maletas lo primero que hizo fue buscar un polígono, porque quería continuar sus prácticas de tiro. Sin embargo, no lo encontró en todo el país.

Pocas semanas después, cuando Belisario Betancur viajó a Ciudad de Panamá a la posesión del nuevo presidente, Nicolás Ardito Barleta, el deportista aprovechó para pedirle que lo trasladara a Caracas, porque allá sí existían buenos polígonos.

El 5 de enero de 1985 Helmut Bellingrodt asumió en la Oficina de Confusiones Consulares, en Caracas, dependencia de la embajada en Venezuela destinada a orientar a los colombianos en su permanencia en el vecino país.

En 1986 fue nombrado Cónsul de Colombia en Santo Domingo, República Dominicana, cargo que desempeñó hasta 1988. En ese tránsito por el país centroamericano conoció y se enamoró de Blanca Velázquez Miller, ciudadana dominicana, con quien tuvo un hijo llamado Friedrich Bellingrodt Velázquez, nacido el 24 de Marzo de 1992, quien actualmente estudia Medicina en la Uninorte, en Barranquilla. 

En 1990, cuando se desempeñaba como Jefe de la División de Control Cuentas del Acueducto de Bogotá murió su padre, Ernesto, la persona más importante en su vida. Dos años después falleció su señora madre, Anneliese, en Barranquilla.

En ese año de 1992, Helmut Bellingrodt se desempeñó como gerente de la Corporación Juegos Nacionales, que organizó el certamen ecuménico del deporte colombiano en ese año, en las sedes de Barranquilla, Cartagena y Santa Marta.

Entre 1994 y 1996 fue el Director de Obra del Proyecto y Construcción del Club de Tiro Barranquilla.

Entre los años 1999 y 2003 trabajó como Cónsul de Colombia en Aruba.

De los años 2004 a 2006 fue el director de la subsede Barranquilla, en los Juegos Centroamericanos y del Caribe

Ahora, en la dirigencia del tiro

Helmut dejó la práctica del tiro hace algún tiempo, pero en los últimos años volvió, pero como dirigente. 

“A la presidencia de la federación -dice Bellingrodt- llegué en el año 2007, por solicitud de muchas ligas, que estaban desesperadas por las ejecutorias del Ingeniero Fernando Reina Galvis, presidente en ese momento, quien se había dedicado totalmente a las actividades de modalidades no olímpicas, en detrimento de aquellas en las que, durante la historia del tiro deportivo en nuestro país, nos habían dado todos los triunfos internacionales. Como consecuencia de esto, Colombia se convirtió en una desconocida en este glorioso deporte. Con nuestra llegada apoyamos a los tiradores de las modalidades olímpicas, tanto de precisión, como de escopetas, eso sí, sin desconocer las no olímpicas, y volvimos a la tradición. Pero ha sido un duro trabajo, ya que fueron aproximadamente 12 años de atraso”.

Hoy, Helmut Ernesto Bellingrodt Wolff es un convencido de la tarea que desempeña en la Federación Colombiana de Tiro y Caza Deporiva, porque cree que a partir de su experiencia, que le deparó éxitos, fracasos, alegrías y frustraciones, entiende al deportista colombiano y puede ofrecerle su desinteresado trabajo.

Dice: “El tiro deportivo colombiano, después de un total estancamiento durante muchos años, vuelve a salir adelante, gracias a un grupo de directivos nacional eficientes, que cuentan con el apoyo de las ligas de todo el país. 

“En el momento hay unos focos de concentración en diferentes regiones, como Antioquia, Valle, Boyacá, Córdoba, Atlántico, Meta, y lógicamente Bogotá y sus alrededores, que nos permiten mirar con fe el futuro.

“En las modalidades de rifles y de escopetas, existen prospectos, que ya han demostrado en la categoría juvenil, sus triunfos en el plano continental”.

Bellingrodt cree que el trabajo que ha venido desarrollando en la fedetiro, cuenta con aliados importantes en Coldeportes y en el Comité Olímpico Colombiano.

Dice el deportista que “Con la inversión que ha hecho el gobierno nacional, a través de los institutos y secretarías departamentales, municipales y distritales, las condiciones de todos los deportistas han cambiado favorablemente. Ya existen varios programas de preparación, difusión y desarrollo de toda la actividad física y recreativa, para el buen desarrollo de nuestro deporte. Falta todavía mayor apoyo, pero, lo digo con todo respeto, ahora se ve el trabajo, tanto de Coldeportes, en la parte de infraestructura deportiva, como del Comité Olímpico Colombiano, en el desarrollo y preparación de los deportistas”.

“Ahora la mayoría, por no decir la totalidad de los deportistas, entrenadores, auxiliares, deportólogos, directivos y afines a la actividad deportiva tienen en Coldeportes y en el COC, un apoyo incondicional, para poder obtener buenos y excelentes resultados en los eventos en los cuales participan.

En el año 2010, Bellingrodt es asesor del alcalde de Barranquilla, Alejandro Char. Y desde 2017 pertenece al Comité Ejecutivo del Comité Olímpico Colombiano, inicialmente como vicepresidente y luego, en calidad de vocal.

* Esta semblanza fue publicada en el libro Colombia Olímpica I, 75 años de presencia deportiva en el mundo, 2011.

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