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Bellingrodt: primera medalla olímpica de Colombia

                           

                           

                             Bellingrodt: primera medalla olímpica de Colombia

                                       Helmut Bellingrodt, primer medallista olimpico de Colombia
                                                         

El próximo jueves 1º. de septiembre, se celebrarán los primeros 50 años de la consecución de la primera medalla olímpica en la historia de Colombia, ganada por el tirador barranquillero, Helmut Bellingrodt, que este miércoles, 24 de agosto, recibirá la Orden Olímpica, en el grado de Gran Collar, la máxima distinción que entrega el COC. Días después, los boxeadores Alfonso Pérez y Clemente Rojas, ganaron sendas medallas de bronce, en boxeo.

El 31 de agosto comenzó el campeonato de tiro en la modalidad del jabalí, en la que estaban inscritos dos hermanos colombianos de origen alemán, Hans Peter y Helmut Bellingrodt Wolff. Éste último, al término del primer día de competencias era segundo, con 376 puntos, tras sus cuatro tandas, en las que disparó así: 97, 94, 93, 92 (en cada caso sobre 100 tiros), es decir, efectividad de mayor a menor. Primero quedó el soviético Lakov Zhelezniak. Su hermano culminó sexto. Simultáneamente habían competido: Guillermo y Manuel González, en la modalidad del skeet; Alfonso Rodríguez y Jaime Calleja, en carabina tres posiciones; Gilberto Fernández y Jorge Henao, en pistola libre, además de Guillermo Martínez y Luis Colina, en velocidad sobre siluetas, sin la menor trascendencia.  

                                                             

Bellingrodt reconocería que se fue a la cama feliz, con el deseo de superar en la segunda y decisiva jornada lo que había hecho de entrada. Se levantó optimista y fue al campo de tiro lleno de ilusión, para lo definitivo en las dos rondas que restaban. Volvió a disparar certeramente 94 y 95 para un total de 189, que sumados a los 376 le daban un total de 565 puntos, con los cuales se ubicó en el segundo lugar pues el soviético también estuvo impecable y acumuló 569 unidades, que se convirtió en marca olímpica y mundial. La anterior era del sueco Gate Gaard, con 566. Tercero se encasilló el inglés John Kynoch con 562.

El viernes 1º de septiembre de 1972, a la 1.15 PM., hora alemana, Helmut Bellingrodt le dio a Colombia su primera medalla en la historia, luego de 46 años de participaciones en los Juegos Olímpicos, en una prueba que también se conoce como tiro al blanco móvil de 10 metros. Fue una presea de plata que llegó en la primera ocasión en que la modalidad del jabalí hizo parte de la programación, desde 1900. De paso, tras una semana de actividad, América Latina conquistaba su primera medalla.

El oro fue ganado por el soviético Lakov Shelezniak, con 569 puntos, cuatro más que el colombiano, y el bronce por el inglés Jhon Kinoch, con 562.

Bellingrodt, quien ese mismo año culminaba sus estudios de arquitectura en la Universidad Autónoma de Barranquilla, había empleado una carabina calibre 22 de última generación (de unos $12 mil pesos de la época), de cinco kilos de peso, para un torneo cuya primera fase se realizó sobre blanco fijo, lo que se conoce como  tiros lentos. La ronda complementaria era sobre blanco móvil o tiros rápidos. Terminada la competencia y la ceremonia de premiación, visiblemente emocionado por la hazaña que acababa de lograr, el atleta nacional diría:

“Esto es grandioso no solo para Colombia sino para toda Latinoamérica. Esta medalla, en particular, va para mi padre (Ernesto) quien ha sido mi inspiración toda la vida, además, él fue quien me inculcó el amor por este deporte. De verdad, parece que se me saliera el corazón, cuando veo ascender la bandera de mi país”.

El miércoles 6 regresó a Colombia, algo de lo que siempre se ha lamentado,  pues reconoce que le hubiera encantado presenciar las proezas que después harían dos boxeadores nacionales. En su tierra natal le esperaba un recibimiento acorde a la gesta que había protagonizado. Su hogar se quedó pequeño para albergar la gente que quería estrechar la mano del medallista olímpico por lo que el homenaje tuvo que trasladarse al sitio donde estudiaba. Su nombre quedó escrito para siempre en la historia del deporte criollo. De alguna manera, hacía olvidar la pena que había causado la triste descalificación de Cochise dos meses atrás. 

Por sus nombres, apellidos y ascendencia alemana, muchos creyeron que Helmut Bellingrodt había nacido en ese país. El deportista siempre dejó claro que era colombiano, y lo dijo siempre con orgullo, aunque reconocía a sus ancestros alemanes como parte de su vida.

Cuando ya tenía en su poder la medalla se le acercó un dirigente alemán, lo felicitó y le dijo:

-Helmut, cómo me gustaría que usted representara a Alemania a partir de ahora. Le ofrezco todas las ventajas de las que sé que ha carecido en Colombia, trabajo, casa, automóvil, condiciones de preparación, lo que usted necesite, si se nacionaliza en Alemania y compite por el país.

Aunque la oferta era halagueña y a pesar de las relativas comodidades que tenía en su vida, Helmut fue claro en su respuesta.

-Le agradezco su oferta, pero son muchas las razones que tengo para seguir viviendo en Colombia: mi familia, la gente, el calor de Barranquilla, los estudios que estoy a punto de terminar, mi casi inmediato matrimonio, en fin… muchas gracias, pero no”.

Y Bellingrodt regresó orgulloso a Colombia, para enfrentarse a las dificultades que posiblemente no hubiera encontrado en Alemania, en sus carreras deportiva y profesional.


Tomado de la Revista del COC

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